Eran los datos que todos esperaban. Porque a partir del pronóstico de cosecha Mendoza y San Juan deberán establecer el porcentaje de derivación de uvas hacia otros usos (especialmente mosto) y porque deberá fijarse una estrategia de exportaciones a los efectos de no permitir una superproducción de vinos en el mercado interno. Pero en la reunión previa, de la que participaron representantes oficiales y privados de ambas provincias, hubo otros temas no menos importantes que el titular del INV anticipó y que tienen profunda incidencia en la industria.
Enrique Thomas dejó caer las cifras sobre la mesa. Dijo que en Mendoza podrían cosecharse 15.949.001 quintales y en San Juan 6.426.115, aunque puso énfasis en aclarar que los datos podrían modificarse al momento de realizar el segundo pronóstico, previsto para febrero. De todos modos, fijó un marco para la industria a los efectos de que el sector privado y los gobiernos comiencen a establecer una estrategia.
El objetivo pasaría por concretar un marco similar al de este año. En términos reales, se buscaría un equilibrio de las existencias y se impulsaría un incremento en las exportaciones de vinos y de mostos.
Otros datos importantes surgieron en la diferenciación por zonas. Así por ejemplo, se indicó que el Sur viene con un leve incremento, especialmente en General Alvear, mientras en la Zona Este también se observa una leve recuperación respecto de este año. También se observa un incremento en el Norte, mientras el Valle de Uco está estabilizado.
En San Juan, los 6,4 millones de quintales representan una caída de aproximadamente el 8% respecto de este año, como consecuencia de los accidentes climáticos que afectaron a las principales zonas vitivinícolas.
La producción, en los hechos, determina algunos desafíos. Si se llega a destinar el 30% de las uvas a mosto, implicará para este sector obtener unas 150 mil toneladas. Debe recordarse que la resolución que exige edulcorar los vinos con mosto concentrado provocará que el sector interno consuma unas 30 mil toneladas. Por lo que quedarían unas 120 mil toneladas para exportación.
El segundo desafío pasa por incrementar las exportaciones de vinos, respecto del año en curso, entre un 30% y un 35%. “No es un tema menor pero es posible”, expresó un dirigente consultado.
Un tercer aspecto pasa por el tema de la regulación del sector, que hasta ahora se ha hecho sobre las variedades blancas. Sin embargo, la entrada en producción de gran cantidad de hectáreas de variedades tintas, implica una modificación en la oferta y la demanda. De allí que no sería extraño que existan algunos pedidos al INV a los efectos de que se eleve en algunos puntos las unidades de color exigidas para los tintos (que actualmente es de 280). “Sería una forma de re-equilibrar la situación porque se trataría de una señal hacia aquel productor que, con un gran esfuerzo, reconvirtió sus viñedos”, se indicó.
Los dirigentes consultados coincidieron en señalar que si se cumplen esas pautas (especialmente las de un aumento en las exportaciones de vinos y mostos), sumado a la posibilidad de que el Fondo Vitivinícola cobre sus deudas con vinos y los envíe a la exportación o a destilación, se “sacará” suficiente cantidad de vino del mercado como para llegar bien equilibrados a julio del 2004.
Fuente: Diario Los Andes