La creación de un Instituto Monetario, del que participarán Paraguay y Uruguay, los otros dos socios del espacio económico regional, será el primer paso en el camino que lleve al establecimiento de una moneda común, uno de los elementos claves de una efectiva integración económica. Asimismo, se dará un mayor impulso a la concreción del Parlamento regional. De seguirse la exitosa secuencia histórica de la Unión Europea, espejo de los espacios económicos que se están construyendo en el mundo, correspondería avanzar primero hacia la constitución del cuerpo colegiado. Su integración requeriría de un relativamente fácil proceso eleccionario en los cuatro países miembros, y lo que demandaría un mayor esfuerzo sería la elaboración de la agenda del futuro cuerpo colegiado.
Existen temas prioritarios, de tratamiento inmediato, y otros que requerirán, es obvio, de una preparación más compleja, propia de las técnicas legislativas que se aplican a cambios decisivos en los dispositivos legales. Ello, tanto más cuanto que se tratará de la armonización y unificación de cuerpos doctrinarios de cuatro países.
Respecto de los primeros, ya existe acuerdo presidencial para la puesta en vigencia de un documento de identidad único, que permitirá a los ciudadanos de los cuatro países la libre circulación de las personas y el reconocimiento del derecho de trabajar, adquirir vivienda, abrir cuentas bancarias y contratar seguros en cualesquiera de los estados asociados.
Llevará seguramente más tiempo sancionar leyes que supongan modificaciones de fondo en los códigos penales. Por caso, la Unión Europea, creada el 1 de noviembre de 1993 por los Acuerdos de Maastricht, en la culminación de un proceso histórico iniciado en 1951 con el Tratado de Roma, recién en 2005 unificará los mecanismos legales de lucha contra la corrupción.
Los acuerdos de los presidentes Eduardo Duhalde y Luiz Inacio “Lula” da Silva deben ser incorporados como política de Estado por nuestro país, que necesaria e impostergablemente ha de enterrar sus ambigüedades y contradicciones respecto del Mercosur. De hecho, los candidatos que participen de las próximas elecciones generales deberían comprometerse claramente a garantizar la vigencia de esa política de Estado, porque en ella va buena parte del desarrollo económico del país.
Existen entre ellos algunos que parecen creer que el Mercosur es un objetivo de segundo rango, en comparación con nuestra eventual incorporación a la Alca, posición exacerbada a partir del acuerdo de libre comercio alcanzado el 11 de diciembre último por Chile y los Estados Unidos.
Parecieran pensar que la política económica de un país admite un enfoque casi deportivo, por cuya razón el éxito trasandino es una especie de derrota. Lo sería para nuestro orgullo patriotero, pero no debe olvidarse que Santiago y Washington negociaron ese acuerdo durante 11 largos años y que el país hermano ofrece algo que nosotros todavía no estamos en condiciones de asegurar: coherencia y previsibilidad.
Los estallidos intemperantes de algún ex superministro y las marchas y contramarchas de un ex presidente y actual contendiente en la azarosa interna del oficialismo deben pertenecer a un pasado de imposible retorno. Es verdad que algunas decisiones tomadas en el ayer por Brasil, sobre todo la sorpresiva devaluación de su moneda en 1999, crearon comprensible irritación por la modificación unilateral de esquemas de intercambio que afectaban sensiblemente nuestro sector externo, excesivamente expuesto a su dependencia del mercado brasileño.
Pero no lo es menos que nuestra última devaluación también produjo efectos negativos para el país hermano, neutralizados luego por la correlación a la baja de la relación del real con el dólar estadounidense. En uno y otro caso, quedó muy resentida la previsibilidad de la alianza económica, y eso es algo que puede quedar definitivamente desterrado con la moneda común.
Pero, en lo inmediato, el Parlamento del Mercosur aparece como un objetivo inmediato y decididamente efectivo en el proceso de la integración. Pero hay una verdad irrefutable que avala la prioridad del Parlamento en la agenda de integración: está demostrado, sin refutación posible, que los partidos políticos son los mejores vasos comunicantes de los proyectos económicos.
Fuente: Diario Los Andes