Una verdadera agenda exportadora

El Perú vive hoy una fiebre exportadora alentada por la suscripción de acuerdos preferenciales de comercio. Los objetivos de crecimiento económico se orientan a convertir al país en el nuevo líder comercial del Pacífico Sur.
Sin embargo, el éxito de una política de crecimiento exportador pasa por tener identificados y atendidos dos elementos centrales: la calidad de los bienes y el sistema de acreditación del cumplimiento de la calidad requerida por un mercado determinado.
El mercado exige para la libre circulación de bienes que estos satisfagan una determinada calidad. Cuando un nivel de calidad es parte de un mercado, los productores o fabricantes se asocian para promover la generación de normas voluntarias de calidad, conocidas como normas técnicas.
El bien que no alcanza el estándar de calidad recogido en la norma técnica pierde la posibilidad real de ser consumido en el mercado, pese a que incluso pueda ofrecerse, simplemente porque ese mercado se encuentra en un nivel de exigencia y modernidad que no adquiere productos de menor condición.

El mercado también presenta exigencias legales en cuanto a las condiciones mínimas de calidad vinculadas con los procesos obligatorios de verificación de inocuidad y seguridad que impone el Estado receptor, conocidas como reglamentos técnicos. Los productos que no satisfacen estas exigencias legales quedan impedidos de venderse.

Las normas técnicas (voluntarias) y los reglamentos técnicos (obligatorios) son instrumentos que definen la calidad de los bienes y, obviamente también las condiciones comerciales de un país. La construcción de una visión exportadora para el Perú pasa por identificar con seriedad las carencias de nuestros procesos productivos y los estándares de calidad que el mercado internacional exige.

¿Cómo saber si un bien cumple con un estándar de calidad? ¿Quién puede dar esa certificación con validez global? Este problema ha dado lugar a la celebración de arreglos internacionales destinados a la acreditación universal de la calidad liderados por países de larga tradición comercial y donde se establecen exigencias muy rigurosas para reconocer las certificaciones que expidan los organismos –públicos o privados– de los demás países. De lo que se trata es que una certificación de cumplimiento de condiciones de calidad por una entidad peruana pueda ser reconocida en el mundo, sin necesidad de convalidación. Esto es algo que no ocurre el día de hoy como consecuencia de la debilidad del sistema de evaluación de la conformidad y de la desidia con que el tema ha sido tratado en los últimos doce años.

Mientras los exportadores peruanos no puedan exhibir un certificado de acreditación de la calidad extendido en el Perú y aceptado en el mundo, tendrán que someterse a la exigencia de los países receptores de la exportación y someter sus bienes a costosos procesos de verificación en el extranjero. Ciertamente, el sueño exportador podría convertirse en una verdadera pesadilla.

Un país con visión de futuro tiene que ser capaz de identificar sus verdaderas capacidades exportadoras y corregir con urgencia sus sistemas de evaluación de la calidad para que sean creíbles en el mundo. Esta tarea está pendiente. El Indecopi ha querido contribuir en ese esfuerzo con la reciente publicación del documento “Perú: Intereses Nacionales en Estándares de Calidad y los Acuerdos Preferenciales de Comercio”. Todos aquellos que estén en el negocio de la producción y comercialización de bienes y servicios deberían leerlo. El Comercio

Publicado en: Perú

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